Dicha actividad tuvo como objetivo principal transmitir a niños, niñas y a sus familiares el valor del respeto por el patrimonio y por el entorno natural.
Niños y niñas de entre 4 y 12 años se adentraron en el mundo de la investigación, y trabajaron de modo cooperativo en una gymkhana en la que fueron averiguando poco a poco algunas de las tareas que se desarrollaban en los Sitios Reales en época de Felipe II.
En ocasiones, a los profesores se les olvida, que los alumnos solo aprenden aquello que les emociona, que les motiva y que conecta con su realidad y con sus intereses. De poco o nada sirve hacer que los pequeños y/o pequeñas memoricen lecciones si no aman lo que están aprendiendo.
Está claro que hay aspectos que han de ser estudiados y memorizados, sería absurdo indicar lo contrario, pues gracias a ello se permite la interiorización de nuevos conocimientos y aprendizajes significativos, aunque siempre sería positivo y muy aconsejable recordar que el ser humano retiene mejor aquello que vive, que siente y que experimenta.
En realidad, el proceso de aprendizaje-enseñanza, viene dado de modo natural; pues el humano es un ser curioso por naturaleza. Los maestros y maestras, sobre todo en las primeras edades, tendrían que pararse a pensar, que su principal tarea en el mundo educativo consiste precisamente no en enseñar conceptos vacíos, sino en lograr que los educandos amen el conocimiento, lo demás, vendrá después si esta compleja tarea se logra.
Al igual que no se puede obligar a amar, no se puede obligar a aprender; ambas acciones han de nacer de la voluntad del sujeto. El educador, en cualquier etapa del sistema educativo, ha de proporcionar las herramientas adecuadas para que sea el propio individuo el que desee aprender. Consistiría no en obligar a beber agua a los alumnos y alumnas, sin que lleguen a tener sed, sino más bien en tener el vaso preparado para cuando ellos mismos sientan la necesidad de beber.