miércoles, 4 de febrero de 2015

Ojos de niño

Sigo mirando con asombro todo lo que la naturaleza me ofrece.
Sigo suspirando cuando reconozco una figura en el cielo.
Sigo riendo, cuando el viento acaricia dulcemente mi pelo.

Mis ojos de infante nunca se cerraron,
mis manos crecieron, y mi corazón permaneció intacto.

La lluvia cae, arrastrando el maquillaje por mi rostro,
haciendo que sienta, que hoy, no es un día igual que otro.
El frescor de la hierba inunda mi pecho,
el canto de los pájaros me recuerda un cuento.

El calor del abrigo me grita que hace frío,
el color de la vida, hace resonar en mi mente una alegre melodía.

La sombra de los árboles, me muestra mi pequeño ser,
y a la vez la grandeza de lo que puedo llegar a ver.

El agua del río siembra la vida, al igual que la sangre que recorre mis venas.

La mirada del gorrión, me hace soñar con la libertad
el vuelo de la paloma me incita a pensar.
El susurro de la cigarra me hace sentir grande y,
el resonar de las campanas, me hace sentir enana.

Oigo con los ojos, veo con los oídos, siento con la lengua y beso en la frente al olvido.
Ojos de niño, no me permitáis caer en el abismo de la adultez,
de esa etapa de ciegos videntes y de sordos oyentes,
no me dejéis perder la ilusión del que sueña eternamente.


                                          Soraya R. Oronoz

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