Tanto tienes tanto vales, esto es el pensamiento fruto de la evolución convergente del ser humano.
Un niño va llenando su baúl de juguetes a costa de perder en parte su identidad, ya no vale tener un solo juguete, queremos dos, tres y todos los que quepan en nuestro baúl. No queremos abrir un regalo si no muchos a fin de acumular pertenencias que sin darnos cuenta nos llevan a deshacernos de nuestra esencia animal. Siempre queremos más, somos seres insaciables.
Tener de todo nos conduce a no tener nada. Ya no disfrutamos de las pequeñas cosas que nos rodean, estamos más pendientes de lo que el otro posee que de lo que nosotros estamos perdiendo.
Actualmente estamos ante una crisis de valores que conducen al ser humano a su propia decadencia como especie.
Llenamos nuestro cerebro con mentiras o realidades ajenas que van saturando nuestra mente sin dejar paso a los pensamientos divergentes y fuera de lo establecido. Un día, el baúl se desbordará y tendremos que elegir un juguete de los muchos que rodean al que realmente nos importa. Y es que, aunque nos cueste, nosotros mismos sabemos que es hora de dejar atrás lo que hace mucho tiempo dejamos de utilizar.
Las personas vamos evolucionando y con esta evolución vamos llenándonos de cosas buenas y cosas malas que no nos permiten dejar hueco para que emerjan nuevas cosas buenas. La sociedad ha ido saturando nuestra cabeza de odio, de penas, de malestar y de fatiga mental que al igual que nuestro baúl, llega un momento que no se puede cerrar y en el que debemos retirar lo que ya no nos sirve.
No nos sirven las quejas, no nos sirven los lamentos, las penas evitan que resurja la alegría y el malestar impide que se muestren las sonrisas.
Debemos rebuscar en nuestro baúl y encontrar nuestra esencia. Al fin y al cabo no necesitamos tanto como nos dicen para ser felices, de echo, nos necesitan más ellos a nosotros que nosotros a sus lúgubres opiniones que satanizan el mundo e invaden las fronteras del más hermoso planeta.
Vaciemos de nuestras vidas lo que solo causa dolor, demos paso a la alegría, a la felicidad y al resplandor de los valores positivos en detrimento de lo que la sociedad pretende imponernos.
Soraya R. Oronoz
El problema de tener un baúl lleno de juguetes, a demás de no saber cuál elegir, es no tener con quien jugar. He visto padres que atiborran de juguetes -muchos de ellos inútiles- para que se callen, no lloren, no fastidien... puedo afirmar que el problema es de los padres directamente: los padres que juegan con sus hijos están en serio peligro de extinción. La era del capitalismo salvaje obliga a trabajar y a trabajar mucho mas, para ganar dinero y consumir más y más... Pero... ¿quien gana aquí? lo que sí sé es que la familia pierde, los hijos pagan los platos rotos de una mala elección de prioridades de los padres...
ResponderEliminarPor cierto, te puedo asegurar que lo que más le gusta a un niño es jugar con palitos, tierra, lodo y esas cosas... para entender sus necesidades solo hay que observarlos.
Saludos y buen fin de semana!!!
Hola Jota nuñez, llevas toda la razón en lo que dices. Si los adultos inculcamos valores adecuados, los niños crecerán siguiendo su propia naturaleza y evitando caer en el consumismo por el que aboga la sociedad actual.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, un saludo.
niños sin apenas ser conscientes de ello que tener mucho es sinónimo de ser feliz haciendo que crezcan con valores contradictorios a lo que su propia naturaleza les indica.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu aportación.