Muchos piensan en la felicidad como un camino utópico e irreal, como algo que dicen que existe pero que nunca se llega a alcanzar.
Hoy vengo a deciros que bajo mi punto de vista, la felicidad es simple, y que todos tenemos la obligación moral de practicarla.
Piensa en lo que te gusta hacer, en eso que produce que te recorra por el cuerpo una sensación escalofriante y a la vez cálida. Busca que te hace reír y que te hace llorar porque, probablemente ahí esté la clave del éxito para lograr lo que unos cuantos creen inalcanzable.
Cuando observo un animal no humano puedo ver en su mirada muchas cosas pero por lo general, veo verdad. Ellos no se plantean qué piensa el de al lado ni tratan de impresionar a nadie.
Tu felicidad es distinta a la mía y la de tu vecina diferirá a la de tu compañero o compañera de trabajo. A unos les gusta el verde, a otros el morado y a unos cuantos locos nos gusta el verde y el morado.
La felicidad es algo pequeño, algo que cuando está no se nota pero que cuando falta se echa de menos. No busques tu esencia en las opiniones ajenas, independízate de las opiniones de tu entorno, toma tus propias decisiones y vive tal como soñabas cuando eras un niño o una niña sin prejuicios.
La felicidad es sentir, es dejarse llevar, cerrar los ojos y disfrutar de cada instante y de todo lo que en ese instante está presente o incluso ausente.
Soy feliz cuando escribo, soy feliz cuando veo cuando escucho, cuando beso, pero sobretodo, soy feliz cuando siento.
A veces se nos olvida que, como dijo Antoine de Sain-Exuoéry "lo esencial es invisible a los ojos" yo añadiría además que lo esencial es palpable con el alma y visible para los sentimientos.
La felicidad está en hacer un poco más lo que te gusta y en disminuír lo que no te aporta nada bueno. Obviamente, no todos los momentos pueden ser de éxtasis pero considero que de cada pasito que damos día a día podemos sacar algo de provecho y transformarlo en algo útil que nos evoque verdaderos sentimientos, incluso los sentimientos negativos con el paso del tiempo pueden tornarse a positivos pero lo que no hace que sintamos nada, ni bueno ni malo, simplemente es mejor descartarlo.
La sociedad quiere que no sepamos lo que es la felicidad porque a la industria le interesa vendértelo como algo material. La felicidad vende, pero por desgracia, no se compra.
Cada uno de nosotros tenemos el poder de ser felices, solo debemos usar nuestra varita mágica para aprender a controlar nuestras emociones y sacar de ellas un buen provecho.
De modo práctico, creo que la felicidad es un estado mental al que nos lleva nuestro cerebro cuando lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos es concordante. Es como una secuencia inseparable, una sintonía que de algo chico crea algo grande.
En ocasiones es complicado conocerse a uno mismo, pienso que pata ello debemos estar en constante movimiento para exprimir nuestro verdadero ser. Miles de anuncios, de propaganda, de noticias y en resumen cantidad de información que atraviesa nuestros sentidos de forma perforante y en muchos casos inconscientes son el origen de una disonancia que nos lleva a la infelicidad, que nos lleva al consumo, al abandono de nuestra propia naturaleza y a la obediencia de cosas estúpidas que crean una necesidad falsa e inmoral.
La felicidad es como un deporte, si vas ejercitándola día a día llegará un momento en la que no concibas tu vida sin ella.
La felicidad implica saber que llorar es necesario y que sentir tristeza puede ser algo positivo, significa hacer menos caso al que dirán y no tener miedo a escucharte a ti mismo.
Y... tú ¿practicas la felicidad?
Soraya R. Oronoz
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