El olor a café por las mañanas me recuerda a mi infancia, ese suave y delicado aroma que recorre cada rincón de la casa. No me gusta el café, de hecho, detesto su sabor pero su olor me vuelve loca.
A
veces, aunque en mi casa no se toma café, preparo una pequeña
cafetera, simplemente para saborear el aroma del mismo. Cierro los
ojos y me traslado a mi hogar maternal, a fines de semana en familia,
a desayunos felices y a días de diario, de rutina de leche con cacao
y café. La mayoría de personas pensarán que esto es una pérdida
de tiempo y que es una tontería, pero a mi me gusta, y lo hago.
Pasamos tantas horas en nuestros trabajos, o estudiando cosas que realmente no nos importan que nuestra vida se acaba resintiendo. Ansiedad, estrés, depresión ¿te suena? La sociedad nos ha hecho interiorizar que debemos estudiar lo que tiene salida, que hemos de trabajar para ganar dinero, consumir y que nuestros gustos deben ser útiles y tener valor comercial.
Nuestro
tiempo libre lo invertimos en ir de tiendas, en ver la televisión,
en compartir nuestra vida por redes sociales o en ver las de otras
personas que ni siquiera nos importan. Nos están robando la vida,
sí, nos están arrebatando los momentos de placer real, de
desconexión, de paz y armonía.
¿Cuánto
tiempo hace que no realizas eso que tanto te gusta?, y la pregunta
importante es: ¿realmente sabes lo que te gusta o simplemente
aceptas lo que ha de gustarte?
Soraya R. Oronoz
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