Ser Educador es el mayor regalo de la vida. Es tener la posibilidad de cambiar el mundo, de hacer felices a los demás y de ser feliz tú.
La profesión docente está cada vez menos valorada en nuestra sociedad. Muchas veces, escucho comentarios ofensivos acerca de ella, y no puedo evitar sentir una profunda tristeza. Detrás de todo gran doctor, de todo gran abogado, odontólogo, veterinario, mecánico, político, etc hubo un profesor que logró transmitirle la pasión por aprender, que le enseñó a comprender el mundo a través de las letras, de la aritmética, de la historia y sobre todo, a sentir y a amar aquello que hace.
No me dedico a la enseñanza por las vacaciones, ni por el horario laboral. Me dedico a esta maravillosa profesión porque creo firmemente que es la más hermosa del mundo. Porque un maestro enseña, construye, da herramientas y emociona. Porque siendo docente, eres geógrafo, matemático, lingüista, deportista, psicólogo, estilista, actor, biólogo artista...
Si eres educador o quieres serlo, probablemente te sentirás identificado con estas palabras, y es que, no hay nada mejor que llegar a casa lleno de purpurina, con la ropa llena de pinturas de colores y de historias de tus alumnos. Y aunque estés agotado, sabes que mañana será otro fabuloso día en el que enseñar, pero sobre todo, en el que aprender; por que los pequeños, son los mayores profesores que puede haber para un maestro.
Que no te importe lo que la sociedad diga, pues no hay mayor ciego que el que no quiere ver. No es que seas importante, es que eres imprescindible.
Necesitamos empezar a empoderar a los docentes, en una sociedad que parece haber perdido el respeto y la confianza en el Sistema Educativo.
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