El pasado día dos de agosto (hace dos días) cumplí veinticinco años ¡ya un cuarto de siglo!
He de decir, que cuando era pequeña tenía muchos planes para cuando llegase a esta edad que obviamente no se han cumplido. Pensaba que estaría ya casada, con al menos un hijo, y que sería escritora (bueno, esto último podemos decir que sí lo he logrado).
A veces, miro hacia atrás en el tiempo y me parece que a penas hubieran pasado un par de años desde que tenía doce o trece añitos. Aunque he sido una niña feliz, no me gustaría volver hacia atrás porque me encanta ver como el tiempo te va cambiando y modelando dejando a la luz tu verdadero ser. Ya no peso 48 kg, mi única preocupación no es la ropa que me pondré al día siguiente, están empezando a salirme las primeras líneas de expresión en la cara, también llamadas arrugas (normal, de tanto reír), por las piernas tengo alguna estría e incluso a veces, cuando paso muchas horas de pie me sale alguna araña vascular, me está empezando a llamar el instinto maternal, algunas comidas ya no me sientan tan bien como antes y engordo por comer chocolate (cosa que antes no). En resumen, con unos kilitos más, algunas marcas y señales en el cuerpo, pero siempre con una gran sonrisa me adentro en esos míticos veinticinco años.
Como he dicho antes, mi vida no es como la planeaba, siempre he sido muy responsable (tal vez demasiado) y todo debía salir como tenía que salir, pero no, la vida no es un tablero de ajedrez y aunque no tengamos la jugada que deseábamos hay que aprender a disfrutar de tu nueva jugada.
No me malinterpretes, me encanta mi vida, puedo decir que soy de las pocas personas que disfruta de su existencia, ya sea por un aroma, un color, una sensación...
A veces por la calle me llaman señora, a mi me hace gracia, porque sigo teniendo la misma cara que hace diez años y no me veo para nada como tal.
Recuerdo que cuando era pequeña me preocupaban cosas simples como ¿cómo me cortaría las uñas de la mano derecha con las tijeras? al final, la vida va poniendo todo en su lugar y te enseña, que tal vez hay que usar un cortauñas en lugar de unas tijeras.
Me siento afortunada; tengo una familia que me quiere, una pareja a la que adoro y unos amigos de verdad, de esos que no cambiaría por nada del mundo. Tengo veinticinco, pero en realidad, las cosas no han cambiado tanto.
Supongo que cuando vas cumpliendo años te das cuenta de que la edad es algo relativo, cuando tienes diez alguien de quince te parece súper mayor, cuando cumples quince, alguien de veinte es hiper viejo y cuando llegas a los veinte los cuarenta parecen muy lejanos pero, la vida es rara porque pasan los años sí pero nosotros no somos más que la evolución de aquel niño de cuatro, seguimos teniendo miedos, ilusiones, desilusiones y sueños.
No debemos preocuparnos tanto por lo que éramos ni por lo que seremos, la clave está en aceptar tu cambio y saborearlo pues, cada etapa vital tiene algo especial por descubrir.
Es cierto que tu cuerpo cambia, tu forma de ver las cosas va tomando
forma, muchas personas que antes estaban ya no están y aparecen otras
nuevas y es que la vida es como un río y su caudal va alimentándose de
experiencias y emociones. A veces hay que dejarse llevar por el
constante flujo del agua y sobre todo, ser conscientes de que no hay
marcha atrás ni tampoco podemos parar el tiempo, por lo que hay que
deleitarse con el viaje y no tomarse todo tan en serio, que al fin y al
cabo todos llegamos al mismo destino.
Soraya R. Oronoz
Profundidad en simples frases.valoro tu reflexión. Quien comprende el ciclo de la naturaleza comprenderá su vida.
ResponderEliminarHola Alex. Es cierto lo que dices," el que entiende el ciclo de la naturaleza comprende su vida". Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.
Eliminar