martes, 7 de agosto de 2018

La falta de valores como motivo de la agresión al patrimonio

El pasado 6 de agosto los medios de comunicación y las redes sociales hacían eco de una gran agresión al patrimonio en la Catedral de Santiago de Compostela, en la cual, una persona tuvo la nefasta idea de pintar y escribir en una de las columnas de mármol de la fachada sur del templo. 


                                Pintada de la fachada de Platerías de la catedral de Santiago 
                                de Compostela (EFE). Imagen obtenida de El Confidencial

Como ciudadanos no deberíamos plantearnos el cómo de este tipo de actos, ni siquiera el quién, sino el por qué. La falta de Educación en Valores lleva al no respeto por el entorno y en consecuencia a su destrucción. La educación ética, moral y cívica de las personas debería ser una prioridad máxima dentro de nuestro sistema educativo, pero en lugar de dar un gran peso a estas áreas del conocimiento, se dejan de lado y al libre albedrío del criterio del profesor, que puede ser bueno o no tan bueno según lo que  aprobamos como valores prosociales y que se liga de manera inevitable a las creencias políticas, religiosas y morales de los docentes aunque se trate de enmascarar.

Parece más importante que los niños sepan sumar, leer y escribir con cinco años, que el hecho de que aprendan a amar su entorno desde la más temprana infancia, a sentirse partícipes de su preservación y protagonistas de su cuidado para que puedan disfrutarlo tanto ellos como otros en el presente y en el futuro. El ser humano es egocéntrico en sus primeros años y solo atiende a razones que supongan un bien para sí mismo, por ello, la educación en valores y patrimonial ha de vincularse al propio beneficio para más adelante atacar temas de justicia social y respeto por todo y todos lo que le rodean atendiendo a una moral autónoma que no se dará hasta una edad bastante avanzada.

Si enseñamos a amar, a disfrutar del entorno natural y cultural apreciando y respetando lo que nos rodea y protegiendo el trabajo, el esfuerzo y la dedicación ajena no se producirán atrocidades como las acaecidas en la Catedral de Santiago de Compostela, y no por atender a una moral heterónoma basada en el miedo a ser castigado por otros, sino por convicción propia, porque nadie en su sano juicio estropearía algo que considera suyo y por lo que siente aprecio. Enseñemos a querer, a proteger, a cuidar y el resto vendrá seguido sin necesidad de ser forzado.

Llama la atención de modo especial que en Educación Infantil, la cuna del nacimiento de valores, ética y educación civil no se contemple dentro de su currículo el respeto hacia el patrimonio natural y cultural de modo explícito, aunque sí se puede dilucidar entre las palabras y áreas de conocimiento expuestos tanto en el Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de Educación infantil y en el caso de la Comunidad de Madrid en el Decreto 17/2008, de 6 de marzo, del Consejo de Gobierno, por el que se desarrollan para la Comunidad de Madrid las enseñanzas de la Educación Infantil.

"Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres"
Pitágoras (570 a.C.-497a.C.)

Ningún maestro o maestra que se precie está en contra de la enseñanza de destrezas lógico-matemáticas, lingüísticas o artísticas entre otras, pero en cuanto a la educación entorno a las Ciencias Sociales en Infantil hay un vacío que viene muy bien a algunos y muy mal al entorno, ya ni hablemos de la enorme laxitud en cuanto a los denominados temas transversales se refiere. Resulta imprescindible llegar a un acuerdo tácito sobre la actuación de los docentes en cuanto a la Educación en Valores a impartir, concretar una metodología, unos horarios, unos contenidos mínimos y temas para que eduquemos personas responsables y dignas de modo global pero con unas directrices claras, el problema radica en ¿en qué nos basamos realmente para la enseñanza de valores?, ¿Quién dice lo que está bien y lo que está mal?

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