miércoles, 11 de febrero de 2015

Galgos, vidas de usar y tirar

Febrero, mes de abandonos, torturas y muertes indiscriminadas de galgos y otros perros catalogados bajo la etiqueta de caza.

Termina la temporada de caza y con ello la vida de miles de perros destinados a ayudar al hombre en la faena de asesinar a otros animales.
Explotados hasta límites insospechados, patas rotas, problemas respiratorios, arritmias cardiacas, conductas estereotipadas o simplemente gasto económico son algunos de los motivos que evocan a los cazadores a terminar con la vida de sus compañeros de "juego".

Toda una existencia vivida por y para el hombre. Un ejemplo claramente representativo de la mentalidad de nuestra especie en nuestros días: usar y tirar. Llega un momento en el que no contentos con el puro consumismo económico nos aferramos al consumismo de vidas creyéndonos amos y señores de otros a los que tratamos simplemente como esclavos.


















Muertes por ahogamientos en pozos, asfixias con bolsas, inanición. Sin agua, sin comida, sin afecto dejan su amarga existencia los que nacieron para ser una herramienta despojada de sentimientos y de derechos por el ser humano.

No logro comprender como alguien puede divertirse matando, y mucho menos asesinando a un amigo fiel.

Es triste observar como muchos sujetos de tu misma especie son capaces de cosificar a seres sintientes denegándoles su bien más preciado, la vida.

Las consecuencias de la caza con galgos y/ o con otros perros de caza es otro ejemplo más de la pudredumbre que existe en algunos cerebros poco desarrollados empáticamente.

Deberíamos tener más presente la sabia frase que el sabio Pitágoras dijo "eduquemos a los niños y no será necesario castigar a los hombres". Confío en que un día llegaremos al mes de febrero sin el temor de las cifras resultantes de una actividad humana tintada de crueldad, maleficencia y egoísmo porque llegará el momento en el que las mentes iluminadas con el don de la empatía y de la justicia se propagarán como el polen por el aire.

Las cifras son escalofriantes, nosotros podemos pararlo. Cada mirada desviada del maltrato es una mano amiga para los maltratadores. Educa, denuncia, reclama. No les dejemos salir impunes.

No son máquinas de trabajar, ni de matar, son seres con sentimientos y con derecho a ser tratados con respeto y dignidad.

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Soraya R. Oronoz

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