Hoy hablamos de inteligencia emocional, una de las 9 que definió Gardner según su teoría de las Inteligencias Múltiples. Y es que, la sociedad actual necesita una buena dosis de empatía, para lo que primero debe haberse desarrollado correctamente la Inteligencia Emocional; en primer lugar, unas tiritas de Inteligencia Emocional y luego una buena dosis de empatía hará que la humanidad recobre el sentido de su existencia.
Un artículo dirigido especialmente a todos aquellos que de un modo u otro se encargan de la educación de los más pequeños.
Breve aproximación teórica
La Inteligencia Emocional se compone de dos áreas; la inteligencia interpersonal y la intrapersonal.
Inter es un prefijo que viene del latín y significa "entre" e intra es también un prefijo del latín cuyo significado es "en el interior" o "hacia el interior". Con lo cual, al hablar de inteligencia intrapersonal, nos referiremos por decirlo de modo coloquial a aquella que "es intrínseca al individuo" y la interpersonal para hablar de la inteligencia necesaria para relacionarse con otras personas, no obstante, la delgada línea que las separa puede entremezclarse.
Es de vital importancia para el correcto desarrollo integral del individuo trabajar la Inteligencia Emocional durante los primeros años de vida para que el sujeto pueda desarrollarse con plenitud.
La educación emocional en la familia y en la escuela
La familia y la escuela son determinantes para que el niño empiece a crear un autoconcepto ajustado de sí mismo y a ir adquiriendo progresivamente madurez emocional; averiguando cuáles son sus fortalezas, sus debilidades; aprendiendo a expresar sentimientos, emociones, a escuchar activamente, a autorregularse, a saberse motivado per se, a desarrollar la empatía y las habilidades sociales de modo que pueda interactuar eficientemente con su entorno social.
No hay libros de texto para aprender en la infancia todo lo que se debe para ser un individuo emocionalmente hábil, los "libros" son las personas de referencia de cada niño y niña y por ello, debemos ofrecer un modelo estable, que fomente la adquisición de virtudes en pro de la perpetuación y mejora social e interna para cada persona.
Ahora parece estar muy de moda esto de la "Educación Emocional", cosa de la que me alegro profundamente, no obstante, debemos tener bien claro que, este tipo de educación no va encaminada únicamente a que los alumnos o hijos aprendan a reconocer sus emociones en un espejo o las de los demás, no va dirigida tampoco al autoritarismo infantil que en ocasiones utilizan para hacer "chantaje emocional", la realidad es, que se dirige a hacer niños felices y adultos satisfechos.
El camino a la felicidad
La felicidad la venden como muchas cosas, como viajes, caprichos, descanso, belleza, pero la felicidad real está en la autoaceptación y en la "interaceptación", sólo aquel que se conozca y permita al otro ser como es, valorándose y valorándole como ser único independientemente de su estatus, de su físico etc podrá rozar con sus dedos ese bien tan preciado y perseguido por la humanidad.
La felicidad es comprensión, y la comprensión radica en aprehender, en hacer tuyo cada aprendizaje y qué tarea puede ser de índole tan complicada como la de conocer la individualidad de los humanos a nivel interno y externo. Cuando aprendemos a conocernos, podemos aprender todo lo demás.
En esto de la felicidad, los adultos jugamos un rol muy importante, debemos enseñar a respetarse a uno mismo y a respetar al otro, no sólo por "Habilidad Social" sino por defensa de la integridad que nos define como especie. Tenemos que transmitir a nuestros pequeños que les queremos incondicionalmente porque son ellos, que si nos disgustamos no lo hacemos porque sean malos sino porque han hecho algo que no nos gusta.
Apaguemos las televisiones y desconectemos nuestros móviles, tablets y demás dispositivos electrónicos. La humanidad necesita una inyección urgente de empatía y para que surta efecto, primero deben haberse puesto las suficientes tiritas de Inteligencia Emocional; sólo así, conseguiremos un desarrollo sostenible para el planeta, para los humanos y para cada uno de los millones de sujetos que poblamos la Tierra.
Soraya R. Oronoz
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