miércoles, 30 de enero de 2019

La humildad como clave del aprendizaje

¿Conoces cuál es la principal clave del aprendizaje? Entre los elementos conducentes a un proceso de enseñanza-aprendizaje significativo se contemplan algunos como la emoción, la experimentación sensorial, la motivación y un largo etcétera entre los que no podemos dejar de tener en cuenta la humildad, aspecto que trataremos en este post.

Todo conocimiento adquirido viene precedido de la conciencia de un desconocimiento consciente en relación a algún tema. No podemos pretender aprender sin admitir lo que desconocemos y por ello la humildad se convierte en catalizador de aprendizajes, en el hilo conducente hacia lo que Platón denominaba mundo de las ideas.

La base para aprehender, es decir, para hacer tuyo un aprendizaje radica en tener la cualidad o la capacidad de confiar en el que sabe para instruirte, de dejarte deleitar por los conocimientos que la humanidad ha ido adquiriendo y transmitiendo para acabar por interiorizarlos y de este modo lograr la introspección necesaria para generar nuevo conocimiento que delegar a las generaciones venideras.

La educación lleva estancada unos cuantos años, continuamos hablando de la Escuela Nueva como algo progresista y que no se puede contradecir, sin pararnos a reflexionar sobre el año de surgimiento de las primeras ideas en colación a este movimiento pedagógico que no debemos olvidar, puesto que datan del siglo XIX. Y es que una cosa es humildad hacia el aprendizaje y otra pasividad hacia la nueva generación de contenidos.

En la actualidad todos los  problemas en educación se pueden resumir a grandes rasgos en  la soberbia inherente de los educandos. Los alumnos y alumnas y sus familias ya no aceptan la autoridad del que sabe, no respetan a los maestros ni confían en ellos como instructores. Estamos en la sociedad de la inmediatez, del querer y tener, y el conocimiento es un arduo pero bello proceso que no puede partir sino es desde la humildad y la paciencia.

Poco puede aprender el que cree que todo lo sabe, y nada puede generar el que desconoce lo conocido por sus antepasados. La humildad permite abrir la mente para construir mapas mentales que permitan la comprensión, retención y generación de ideas, hipótesis, y en general la conservación y el avance dentro de los amplios campos del saber.

El niño y la niña vienen al mundo como "tamquam tabula rasa", en la que nada hay escrito y es a través de sus sentidos como capta lo que otros le facilitan de modo intencionado o no. Si enseñamos a los niños a no respetar al que ha de generar en ellos el contenido previo a sus propias disertaciones y reflexiones, jamás lograrán tener ideas propias, y alimentarán su necesidad cognitiva de saber con aspectos vacíos que no propiciarán el avance de nuestra especie.

Enseñar a ser paciente, a esperar y a aceptar que se sabe que no se sabe es el punto inicial para la construcción de una sociedad con altura de miras humanas y encaminada a la maximización de las potencialidades de cada uno de los individuos que la conforman.

Todo maestro y maestra necesita humildad para continuar siendo la mejor versión de sí mismo en cuanto al desarrollo de su profesión docente, y han de conseguir impulsar esta cualidad en cada uno de sus alumnos y alumnas si pretenden hacer que estos disfruten de lo que aprenden, lo interioricen y lo más importante, lo utilicen en su vida diaria y puedan llegar así a elaborar nuevas líneas para la grandeza de la sabiduría humana enriqueciendo a la sociedad en su conjunto.

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