El ser humano
persigue la felicidad de modo general como un fin y no como un medio, sin tener
en cuenta que la felicidad no es algo objetivo, sino que es la más amplia
subjetividad presente en el ser humano. Felicidad terrenal, felicidad como
ascenso a lo que Platón llamaba “Mundo de las ideas” ligándolo con la mente y con
el concepto sobre el ascenso a la felicidad plena al abrirse a otros tal como
se concibe con el concepto de apertura defendido por el profesor Luis Manuel
Martínez de la Universidad Rey Juan Carlos. Se propone de este modo una perspectiva de la felicidad en tres
dimensiones, aunque yo añadiría una cuarta: “La felicidad idealizada como
producto comercial” que deriva en la lucha entre las otras tres dimensiones.
Muchas personas se
frustran y se sienten infelices al no poder satisfacer las innecesidades que la
sociedad trata de mostrar como necesidades para alcanzar una felicidad
comercial incoherente e inalcanzable (siempre se quiere más). Tal vez la lucha
por la felicidad radique precisamente en el combate de cumplir las apetencias y
necesidades a la par que las regulamos de modo cognitivo sin caer en la vanidad
ni en lo que se nos pretende imponer de modo extrínseco para llegar a ese
supuesto fin al que muchos llaman felicidad, sin tener presente que la
felicidad es un camino y no el fin del sendero y que hay tantas felicidades
como individuos en el mundo.
Para lograr una
vida buena, que no una buena vida, aunque sin dejar de lado los placeres
pertenecientes al mundo de los sentidos, deben ponerse en marcha mecanismos
cognitivos de regulación y racionalización entre otros y por supuesto, si
comprendemos al ser humano como ser social aludiendo a la locución creada por
el autor latino Plauto (254-184 a. C.) en su
obra Asinaria “Lupus est homo homini,
non homo, quom qualis sit non novit” que se puede traducir como “Lobo es el
hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro” deducimos
que el proceso de apertura es necesario para perseguir el concepto subjetivo de
la felicidad sin que esto excluya la realidad egocéntrica del ser humano; pues
dando a otros no estamos haciendo más que recibir y aunque en un primer momento
no lo pensemos, aquel que da siempre recibe.
En relación a lo
expuesto con anterioridad, podemos poner el siguiente ejemplo: puedes ser
vegetariano por no matar animales, pero en realidad esta actitud radica en una
visión egocéntrica, puesto que lo que te produce placer es sentir que
beneficias a otro ser y que en tu mano está su felicidad, por ende, la
felicidad de otros, inclusive los de otras especies radica en nuestra propia
felicidad y no deja de ser un acto encuadrado dentro del egocentrismo humano (que
no egoísmo, aunque esto sería muy debatible) ya que atendiendo a nuestra necesidad
de relación y supuesto altruismo social buscamos complacer nuestros instintos
hedonistas a la par que nuestros sentidos, en consonancia con el ascenso al
mundo de las ideas como necesidad de conocimiento, de comprensión del mundo
extrínseco e intrínseco y de acercamiento a Dios (entendiendo el concepto de
Dios como idea y sin categorizar en función de religiones concretas).
Ahora bien, esa necesaria apertura para lograr la felicidad y ese sentido del "nosotros" no debe quedarse sólo en la especie humana sino que, tenemos la obligación moral de extrapolarla a todos los seres que cohabitan con nosotros, pues el "nosotros humano" tiene capacidad para integrar a un "nosotros global" y de este modo poder llevar a cabo verdaderas acciones encaminadas a maximizar la felicidad propia y ajena y a conseguir un desarrollo sostenible real en todos los ámbitos. Si somos capaces de dar y de hacer el bien, resulta muy limitante percibir ese todo como exclusivo de la especie humana.
Referencias
Martínez Domínguez,
L.M., (2019). Apuntes de clase de la
asignatura de Complementos para la formación interdisciplinar: Evaluación
socioeducativa del Máster
universitario en Formación del profesorado de Educación Secundaria,
Bachillerato, FP e Idiomas de la Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.
Plauto Tito, M,,
254-184 a.C. Traducción de Enríquez González, J (2012), Asinaria, Aululalia, Miles Gloriosus, Comediad, Vol.1. e-pub.
Rescatado de: http://www.iespintorluissaez.es/wpcontent/uploads/2015/05/Tito_Maccio_Plauto-Asinaria-Aulularia-Miles_Gloriosus.pdf
(09/03/2019).
Bossi, B., La doctrina de las formas en Platón.
Historia de la Filosofía Antigua de la Facultad de Filosofía UCM Curso
2009-2010.
Rescatado de:
(09/03/2019).
No hay comentarios:
Publicar un comentario