domingo, 25 de enero de 2015

Combinación entre naturaleza y humanidad

Ayer, estuve paseando por el parque grande de Zaragoza. Un lugar precioso repleto de una notable biodiversidad.

No hace falta que nos vayamos a la selva tropical para poder inhalar un poco de libertad.

Pájaros cantando, cisnes nadando libremente, patos comiendo, gatos sorteando la mirada de los visitantes humanos...

Un pedazo de naturaleza en el centro de la ciudad.
No pude evitar disfrutar como una niña. Adoro estar al aire libre, oler el aroma de la hierba mojada y sentir el vuelo de las aves pegado a mi cabeza.
He de decir, que es un verdadero gusto el poder ver animales no humanos sin necesidad de que estos estén detrás de unas rejas.

Niños corriendo, divirtiéndose, observando su entorno y aprendiendo a respetar a los seres tan perfectamente magníficos que en él existen.

Cuando acudes a un lugar como este, simplemente te sientes un invitado, un pequeño observador de lo que fluye sin necesidad de intervención humana.















Obviamente, este tipo de parques están influenciados por la mano del hombre, ya que de lo contrario, sería realmente complicado el acceso a estos mismos pero pienso, que prima el respeto.
Los animales pueden ir donde les plazca sin que unas barreras se lo prohiban, viven unos en contacto con otros sin olvidar que es su terreno y que en él mandan ellos.

Me parece increíble como el humano puede utilizar sus conocimientos para crear algo tan bonito y tan respetuoso con sus congéneres. Claro está, que se presupone que para construír un lugar de visita para las personas habrán tenido que arrasar árboles y diversas especies vegetales, esto no lo justifico y por supuesto, me gustaría que no fuese así. No obstante, no cabe duda de que estos espacios naturales que se han creado respetando el flujo de la naturaleza y combinando la mano de obra humana son un modo de acercar el esplendor de la vida a nuestra especie.

Me emociona ver como en contacto con la naturaleza el humano por lo general reacciona dejándose llevar por su instinto natural de protección a los más débiles.

Tal vez, viendo in situ lo que la vida significa, seamos capaces de hacer una conexión entre nuestras acciones y sus consecuencias.

Vivir y dejar vivir no es incompatible.

Os animo a salir de casa, dejar de ver la televisión y acercaros a la hermosa realidad. Prácticamente en todos los lugares podemos disfrutar de un lugar de paz y serenidad alejado del mundanal ruido, de la contaminación y del estrés que nos atormenta día a día y que no nos permite gozar de nuestra propia vida y de la de los demás seres que con nosotros cohabitan.

Soraya R. Oronoz

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